Lo que sucede en el departamento del Cauca, respecto a la situación minera, es una radiografía de lo que acontece en todo el territorio nacional.
Y es posible que en esta región como en Santurbán estén las condiciones de lucha para gestar una alternativa distinta a la salvaje explotación de la naturaleza y la destrucción del tejido social comunitario construido en decenas de años.
En el Cauca existe uno de los territorios más grandes de agua dulce en el país llamado el Macizo Colombiano. Allí se encuentra la llamada Estrella Fluvial del Sur en donde nacen cinco arteria fluviales que son los Ríos: Cauca, Magdalena, Patía, Putumayo y Caquetá, que cubren un amplio territorio de Colombia y en su recorrido abastecen de agua a millones de Colombianos, más o menos el 60 por ciento de los acueductos del país.
Es una región donde se asientan comunidades y pueblos indígenas, afro descendientes y campesinos que desarrollan un amplio proceso de producción agrícola sostenible.
Esta región reconocida por la UNESCO como reserva de la Biosfera, alberga 15 páramos, varios volcanes y nevados como el de Huila y el Puracé, además posee un sistema de lagunas. De tres millones de hectáreas que es la dimensión total del macizo hay un poco más de un millón de hectáreas de bosque, 500 mil hectáreas de agro ecosistemas y un poco más de 200 mil hectáreas en páramos. En general puede decirse que es una amplia región con una rica biodiversidad donde fluye y se reproduce la vida.
En el Cauca se está gestando un interesante conflicto socio ambiental, que se agudiza cada día ante la política del gobierno central que entregó el territorio del Macizo Colombiano a empresas transnacionales para la explotación minera, concediendo 64 títulos de exploración y explotación a través del ministerio de Minas. Títulos mineros que desconocen la condición de reserva de la biosfera del Macizo y del ecosistema de vida para la humanidad e igualmente ignoran el derecho colectivo del territorio de la población raizal que la ha habitado durante cientos de años.
Las empresas transnacionales favorecidas por los contratos de concesión minera vienen asentándose en la zona a través de diversos métodos para hacer muestreo del suelo, impulsando actividades sociales buscando ganar la voluntad de la población con un grupo de trabajo social que combina con las amenazas a pobladores que se oponen a su presencia.
Las compañías Anglo Gold Ashanti más conocida como la Quedada y Carboandes son, entre otras, las beneficiarias de estas concesiones mineras para extraer carbón y oro. Desde hace meses la región recibe la visita de los agentes de las transnacionales que van preparando las condiciones para instalar definitivamente los proyectos mineros.
La comunidad indo africana y campesina del Macizo colombiano tiene una gran tradición de lucha por los derechos y la reafirmación del territorio como opción de vida en donde han construido una vida productiva, con una lógica de armonizar su vida con la naturaleza consignado en un plan de vida regional. Y ahora se cierne sobre ellos la más grave amenaza a su existencia comunitaria, a lo que les pertenece.
El departamento del Cauca es una radiografía de lo que sucede en el país porque se conoce que algo más del 30 por ciento del territorio colombiano ha sido entregado a transnacionales mineras en regiones de ecosistemas frágiles que son fuentes de agua y zonas protegidas de gran impacto para la vida del planeta pues de llevarse a cabo los planes de explotación de los minerales el daño ambiental y humano sería irreversible.
La resistencia a la locomotora de la minería es la alternativa que le queda a los habitantes de las región del Cauca y hay caminos que se van ensayando por otras poblaciones urbanas y rurales afectadas por los megaproyectos mineros, como es el caso de la lucha adelantada por el pueblo Santandereano por la conservación del páramo de Santurbán y su protección como fuente de vida.
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